Milán, Italia
El 25 de marzo, los padres, los alumnos, los educadores, los Colaboradores, los amigos del Instituto de Vía Elba y las Hijas de la Inmaculada Concepción han respondido a la invitación de participar en la visita del Papa Francisco a la Diócesis de Milán, a los “Milaneses, que aunque Ambrosianos, son parte del Pueblo de Dios…”.
A media mañana, nos encontramos para la partida en micro, frente al Instituto, unidos para compartir el encuentro con el Papa: un gesto intenso y significativo, seguramente una ocasión para hacer crecer la conciencia de que, en nuestro camino de cristianos, no estamos solos, sino guiados y amorosamente acompañados por el Pastor de la Iglesia. A bordo del micro hemos ido hasta el parque de Monza, en la periferia de Milán, donde el Papa nos reuniría a la tarde. Ya en el estacionamiento, lleno de banderas, pañuelos y mochilas conteniendo el almuerzo, hemos caminado una hora hasta llegar al centro del parque, animados por nuestros niños que enseguida se mostraron curiosos, vivaces, esperando poder ver al Papa.
En el parque, nos dimos cuenta de la fortuna de vivir una jornada tan bella, iluminada por un sol cálido y refrescada por un agradable vientecito. De hecho, pudimos acomodarnos en el pasto almorzando y bromeando juntos; fue un bello compartir. Mientras tanto, crecía la gran expectativa colmadas de preguntas sobre el encuentro que estábamos por vivir y Sor Giustina, contagiada de esa alegría, se preocupaba de acomodar con cuidado la bandera de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires, de modo de que estuviera bien visible para el Santo Padre. A las 3 de la tarde, después de habernos ubicado frente a la valla, entró en el parque el Papa y toda la multitud lo acogió con alegría y gratitud. Realizando su giro, a bordo del papamóvil, se acercó a nuestra zona, nos impartió la Santa Bendición y nos miró con simplicidad y profundidad. Concluido su recorrido, se ubicó en el palco e inició la celebración de la Misa: un momento intenso de profundo recogimiento, en el cual participaba toda la multitud.
Las palabras que Él nos dirigió en la homilía, fueron simples y para todos: tomando como ejemplo la Anunciación a María, el Papa Francisco nos manifestó que “Dios mismo es el que toma la iniciativa y elige entrar, como ha hecho con María, en nuestras casas, en nuestras luchas cotidianas, colmadas de preocupaciones y también de deseos”. De sus palabras nos ha golpeado especialmente la simplicidad de la frase: “Alégrate, el Señor está contigo”.
Para ayudarnos a conservar la belleza de todo esto, nuestro Obispo, Angelo Scola, nos ha sugerido consagrarnos a nuestra Virgencita que sobresale en las torres del “Duomo” dominando toda la ciudad, y de rezar por el Papa.
Volviendo a casa, no obstante el cansancio, era evidente que todos estábamos contentos y agradecidos de haber vivido esta jornada.
Maestra Simona
[:it]
Milán, Italia
El 25 de marzo, los padres, los alumnos, los educadores, los Colaboradores, los amigos del Instituto de Vía Elba y las Hijas de la Inmaculada Concepción han respondido a la invitación de participar en la visita del Papa Francisco a la Diócesis de Milán, a los “Milaneses, que aunque Ambrosianos, son parte del Pueblo de Dios…”.
A media mañana, nos encontramos para la partida en micro, frente al Instituto, unidos para compartir el encuentro con el Papa: un gesto intenso y significativo, seguramente una ocasión para hacer crecer la conciencia de que, en nuestro camino de cristianos, no estamos solos, sino guiados y amorosamente acompañados por el Pastor de la Iglesia. A bordo del micro hemos ido hasta el parque de Monza, en la periferia de Milán, donde el Papa nos reuniría a la tarde. Ya en el estacionamiento, lleno de banderas, pañuelos y mochilas conteniendo el almuerzo, hemos caminado una hora hasta llegar al centro del parque, animados por nuestros niños que enseguida se mostraron curiosos, vivaces, esperando poder ver al Papa.
En el parque, nos dimos cuenta de la fortuna de vivir una jornada tan bella, iluminada por un sol cálido y refrescada por un agradable vientecito. De hecho, pudimos acomodarnos en el pasto almorzando y bromeando juntos; fue un bello compartir. Mientras tanto, crecía la gran expectativa colmadas de preguntas sobre el encuentro que estábamos por vivir y Sor Giustina, contagiada de esa alegría, se preocupaba de acomodar con cuidado la bandera de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires, de modo de que estuviera bien visible para el Santo Padre. A las 3 de la tarde, después de habernos ubicado frente a la valla, entró en el parque el Papa y toda la multitud lo acogió con alegría y gratitud. Realizando su giro, a bordo del papamóvil, se acercó a nuestra zona, nos impartió la Santa Bendición y nos miró con simplicidad y profundidad. Concluido su recorrido, se ubicó en el palco e inició la celebración de la Misa: un momento intenso de profundo recogimiento, en el cual participaba toda la multitud.
Las palabras que Él nos dirigió en la homilía, fueron simples y para todos: tomando como ejemplo la Anunciación a María, el Papa Francisco nos manifestó que “Dios mismo es el que toma la iniciativa y elige entrar, como ha hecho con María, en nuestras casas, en nuestras luchas cotidianas, colmadas de preocupaciones y también de deseos”. De sus palabras nos ha golpeado especialmente la simplicidad de la frase: “Alégrate, el Señor está contigo”.
Para ayudarnos a conservar la belleza de todo esto, nuestro Obispo, Angelo Scola, nos ha sugerido consagrarnos a nuestra Virgencita que sobresale en las torres del “Duomo” dominando toda la ciudad, y de rezar por el Papa.
Volviendo a casa, no obstante el cansancio, era evidente que todos estábamos contentos y agradecidos de haber vivido esta jornada.
Maestra Simona
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Milán, Italia
El 25 de marzo, los padres, los alumnos, los educadores, los Colaboradores, los amigos del Instituto de Vía Elba y las Hijas de la Inmaculada Concepción han respondido a la invitación de participar en la visita del Papa Francisco a la Diócesis de Milán, a los “Milaneses, que aunque Ambrosianos, son parte del Pueblo de Dios…”.
A media mañana, nos encontramos para la partida en micro, frente al Instituto, unidos para compartir el encuentro con el Papa: un gesto intenso y significativo, seguramente una ocasión para hacer crecer la conciencia de que, en nuestro camino de cristianos, no estamos solos, sino guiados y amorosamente acompañados por el Pastor de la Iglesia. A bordo del micro hemos ido hasta el parque de Monza, en la periferia de Milán, donde el Papa nos reuniría a la tarde. Ya en el estacionamiento, lleno de banderas, pañuelos y mochilas conteniendo el almuerzo, hemos caminado una hora hasta llegar al centro del parque, animados por nuestros niños que enseguida se mostraron curiosos, vivaces, esperando poder ver al Papa.
En el parque, nos dimos cuenta de la fortuna de vivir una jornada tan bella, iluminada por un sol cálido y refrescada por un agradable vientecito. De hecho, pudimos acomodarnos en el pasto almorzando y bromeando juntos; fue un bello compartir. Mientras tanto, crecía la gran expectativa colmadas de preguntas sobre el encuentro que estábamos por vivir y Sor Giustina, contagiada de esa alegría, se preocupaba de acomodar con cuidado la bandera de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires, de modo de que estuviera bien visible para el Santo Padre. A las 3 de la tarde, después de habernos ubicado frente a la valla, entró en el parque el Papa y toda la multitud lo acogió con alegría y gratitud. Realizando su giro, a bordo del papamóvil, se acercó a nuestra zona, nos impartió la Santa Bendición y nos miró con simplicidad y profundidad. Concluido su recorrido, se ubicó en el palco e inició la celebración de la Misa: un momento intenso de profundo recogimiento, en el cual participaba toda la multitud.
Las palabras que Él nos dirigió en la homilía, fueron simples y para todos: tomando como ejemplo la Anunciación a María, el Papa Francisco nos manifestó que “Dios mismo es el que toma la iniciativa y elige entrar, como ha hecho con María, en nuestras casas, en nuestras luchas cotidianas, colmadas de preocupaciones y también de deseos”. De sus palabras nos ha golpeado especialmente la simplicidad de la frase: “Alégrate, el Señor está contigo”.
Para ayudarnos a conservar la belleza de todo esto, nuestro Obispo, Angelo Scola, nos ha sugerido consagrarnos a nuestra Virgencita que sobresale en las torres del “Duomo” dominando toda la ciudad, y de rezar por el Papa.
Volviendo a casa, no obstante el cansancio, era evidente que todos estábamos contentos y agradecidos de haber vivido esta jornada.
Maestra Simona
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Milán, Italia
El 25 de marzo, los padres, los alumnos, los educadores, los Colaboradores, los amigos del Instituto de Vía Elba y las Hijas de la Inmaculada Concepción han respondido a la invitación de participar en la visita del Papa Francisco a la Diócesis de Milán, a los “Milaneses, que aunque Ambrosianos, son parte del Pueblo de Dios…”.
A media mañana, nos encontramos para la partida en micro, frente al Instituto, unidos para compartir el encuentro con el Papa: un gesto intenso y significativo, seguramente una ocasión para hacer crecer la conciencia de que, en nuestro camino de cristianos, no estamos solos, sino guiados y amorosamente acompañados por el Pastor de la Iglesia. A bordo del micro hemos ido hasta el parque de Monza, en la periferia de Milán, donde el Papa nos reuniría a la tarde. Ya en el estacionamiento, lleno de banderas, pañuelos y mochilas conteniendo el almuerzo, hemos caminado una hora hasta llegar al centro del parque, animados por nuestros niños que enseguida se mostraron curiosos, vivaces, esperando poder ver al Papa.
En el parque, nos dimos cuenta de la fortuna de vivir una jornada tan bella, iluminada por un sol cálido y refrescada por un agradable vientecito. De hecho, pudimos acomodarnos en el pasto almorzando y bromeando juntos; fue un bello compartir. Mientras tanto, crecía la gran expectativa colmadas de preguntas sobre el encuentro que estábamos por vivir y Sor Giustina, contagiada de esa alegría, se preocupaba de acomodar con cuidado la bandera de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires, de modo de que estuviera bien visible para el Santo Padre. A las 3 de la tarde, después de habernos ubicado frente a la valla, entró en el parque el Papa y toda la multitud lo acogió con alegría y gratitud. Realizando su giro, a bordo del papamóvil, se acercó a nuestra zona, nos impartió la Santa Bendición y nos miró con simplicidad y profundidad. Concluido su recorrido, se ubicó en el palco e inició la celebración de la Misa: un momento intenso de profundo recogimiento, en el cual participaba toda la multitud.
Las palabras que Él nos dirigió en la homilía, fueron simples y para todos: tomando como ejemplo la Anunciación a María, el Papa Francisco nos manifestó que “Dios mismo es el que toma la iniciativa y elige entrar, como ha hecho con María, en nuestras casas, en nuestras luchas cotidianas, colmadas de preocupaciones y también de deseos”. De sus palabras nos ha golpeado especialmente la simplicidad de la frase: “Alégrate, el Señor está contigo”.
Para ayudarnos a conservar la belleza de todo esto, nuestro Obispo, Angelo Scola, nos ha sugerido consagrarnos a nuestra Virgencita que sobresale en las torres del “Duomo” dominando toda la ciudad, y de rezar por el Papa.
Volviendo a casa, no obstante el cansancio, era evidente que todos estábamos contentos y agradecidos de haber vivido esta jornada.
Maestra Simona
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El 25 de marzo, los padres, los alumnos, los educadores, los Colaboradores, los amigos del Instituto de Vía Elba y las Hijas de la Inmaculada Concepción han respondido a la invitación de participar en la visita del Papa Francisco a la Diócesis de Milán, a los “Milaneses, que aunque Ambrosianos, son parte del Pueblo de Dios…”.
A media mañana, nos encontramos para la partida en micro, frente al Instituto, unidos para compartir el encuentro con el Papa: un gesto intenso y significativo, seguramente una ocasión para hacer crecer la conciencia de que, en nuestro camino de cristianos, no estamos solos, sino guiados y amorosamente acompañados por el Pastor de la Iglesia. A bordo del micro hemos ido hasta el parque de Monza, en la periferia de Milán, donde el Papa nos reuniría a la tarde. Ya en el estacionamiento, lleno de banderas, pañuelos y mochilas conteniendo el almuerzo, hemos caminado una hora hasta llegar al centro del parque, animados por nuestros niños que enseguida se mostraron curiosos, vivaces, esperando poder ver al Papa.
En el parque, nos dimos cuenta de la fortuna de vivir una jornada tan bella, iluminada por un sol cálido y refrescada por un agradable vientecito. De hecho, pudimos acomodarnos en el pasto almorzando y bromeando juntos; fue un bello compartir. Mientras tanto, crecía la gran expectativa colmadas de preguntas sobre el encuentro que estábamos por vivir y Sor Giustina, contagiada de esa alegría, se preocupaba de acomodar con cuidado la bandera de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires, de modo de que estuviera bien visible para el Santo Padre. A las 3 de la tarde, después de habernos ubicado frente a la valla, entró en el parque el Papa y toda la multitud lo acogió con alegría y gratitud. Realizando su giro, a bordo del papamóvil, se acercó a nuestra zona, nos impartió la Santa Bendición y nos miró con simplicidad y profundidad. Concluido su recorrido, se ubicó en el palco e inició la celebración de la Misa: un momento intenso de profundo recogimiento, en el cual participaba toda la multitud.
Las palabras que Él nos dirigió en la homilía, fueron simples y para todos: tomando como ejemplo la Anunciación a María, el Papa Francisco nos manifestó que “Dios mismo es el que toma la iniciativa y elige entrar, como ha hecho con María, en nuestras casas, en nuestras luchas cotidianas, colmadas de preocupaciones y también de deseos”. De sus palabras nos ha golpeado especialmente la simplicidad de la frase: “Alégrate, el Señor está contigo”.
Para ayudarnos a conservar la belleza de todo esto, nuestro Obispo, Angelo Scola, nos ha sugerido consagrarnos a nuestra Virgencita que sobresale en las torres del “Duomo” dominando toda la ciudad, y de rezar por el Papa.
Volviendo a casa, no obstante el cansancio, era evidente que todos estábamos contentos y agradecidos de haber vivido esta jornada.
Maestra Simona
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