Un pesebre viviente muy especial…

Hogar Juan XXIII. Colonia Caroya, Argentina

En el Hogar, se celebró la Navidad de una manera muy especial: los “nonos” encarnaron un pesebre viviente, para honrar al Niño que nos trajo la Salvación. Las Hermanas, con la ayuda de la psicomotricista, prepararon a los protagonistas, que vivieron este acontecimiento con entusiasmo y alegría. Enriqueta, a sus 93 años, experimentó el gozo de representar a la Virgen María. Ángeles y Reyes estuvieron presentes.

nona Caroya

Intentamos responder a las palabras del Papa Francisco:

“Pero no siempre el anciano, el abuelo, la abuela, tiene una familia que puede acogerlo. Y entonces bienvenidos los hogares para los ancianos… con tal de que sean verdaderos hogares. y ¡no prisiones! ¡Y que sean para los ancianos, y no para los intereses de otro! No deben de haber institutos donde los ancianos vivan olvidados, como escondidos, descuidados. Me siento cercano a los numerosos ancianos que viven en estos Institutos, y pienso con gratitud en quienes les visitan y se preocupan por ellos.

Las casas para ancianos deberían ser los «pulmones» de humanidad en un país, en un barrio, en una parroquia; deberían ser los «santuarios» de humanidad donde el viejo y el débil es cuidado y protegido como un hermano o hermana mayor. ¡Hace tanto bien ir a visitar a un anciano! Mirad a nuestros chicos: a veces les vemos desganados y tristes; van a visitar a un anciano, y ¡se vuelven alegres!”

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Hogar Juan XXIII. Colonia Caroya, Argentina

En el Hogar, se celebró la Navidad de una manera muy especial: los “nonos” encarnaron un pesebre viviente, para honrar al Niño que nos trajo la Salvación. Las Hermanas, con la ayuda de la psicomotricista, prepararon a los protagonistas, que vivieron este acontecimiento con entusiasmo y alegría. Enriqueta, a sus 93 años, experimentó el gozo de representar a la Virgen María. Ángeles y Reyes estuvieron presentes.

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Intentamos responder a las palabras del Papa Francisco:

“Pero no siempre el anciano, el abuelo, la abuela, tiene una familia que puede acogerlo. Y entonces bienvenidos los hogares para los ancianos… con tal de que sean verdaderos hogares. y ¡no prisiones! ¡Y que sean para los ancianos, y no para los intereses de otro! No deben de haber institutos donde los ancianos vivan olvidados, como escondidos, descuidados. Me siento cercano a los numerosos ancianos que viven en estos Institutos, y pienso con gratitud en quienes les visitan y se preocupan por ellos.

Las casas para ancianos deberían ser los «pulmones» de humanidad en un país, en un barrio, en una parroquia; deberían ser los «santuarios» de humanidad donde el viejo y el débil es cuidado y protegido como un hermano o hermana mayor. ¡Hace tanto bien ir a visitar a un anciano! Mirad a nuestros chicos: a veces les vemos desganados y tristes; van a visitar a un anciano, y ¡se vuelven alegres!”

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Hogar Juan XXIII. Colonia Caroya, Argentina

En el Hogar, se celebró la Navidad de una manera muy especial: los “nonos” encarnaron un pesebre viviente, para honrar al Niño que nos trajo la Salvación. Las Hermanas, con la ayuda de la psicomotricista, prepararon a los protagonistas, que vivieron este acontecimiento con entusiasmo y alegría. Enriqueta, a sus 93 años, experimentó el gozo de representar a la Virgen María. Ángeles y Reyes estuvieron presentes.

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Intentamos responder a las palabras del Papa Francisco:

“Pero no siempre el anciano, el abuelo, la abuela, tiene una familia que puede acogerlo. Y entonces bienvenidos los hogares para los ancianos… con tal de que sean verdaderos hogares. y ¡no prisiones! ¡Y que sean para los ancianos, y no para los intereses de otro! No deben de haber institutos donde los ancianos vivan olvidados, como escondidos, descuidados. Me siento cercano a los numerosos ancianos que viven en estos Institutos, y pienso con gratitud en quienes les visitan y se preocupan por ellos.

Las casas para ancianos deberían ser los «pulmones» de humanidad en un país, en un barrio, en una parroquia; deberían ser los «santuarios» de humanidad donde el viejo y el débil es cuidado y protegido como un hermano o hermana mayor. ¡Hace tanto bien ir a visitar a un anciano! Mirad a nuestros chicos: a veces les vemos desganados y tristes; van a visitar a un anciano, y ¡se vuelven alegres!”

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Hogar Juan XXIII. Colonia Caroya, Argentina

En el Hogar, se celebró la Navidad de una manera muy especial: los “nonos” encarnaron un pesebre viviente, para honrar al Niño que nos trajo la Salvación. Las Hermanas, con la ayuda de la psicomotricista, prepararon a los protagonistas, que vivieron este acontecimiento con entusiasmo y alegría. Enriqueta, a sus 93 años, experimentó el gozo de representar a la Virgen María. Ángeles y Reyes estuvieron presentes.

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Intentamos responder a las palabras del Papa Francisco:

“Pero no siempre el anciano, el abuelo, la abuela, tiene una familia que puede acogerlo. Y entonces bienvenidos los hogares para los ancianos… con tal de que sean verdaderos hogares. y ¡no prisiones! ¡Y que sean para los ancianos, y no para los intereses de otro! No deben de haber institutos donde los ancianos vivan olvidados, como escondidos, descuidados. Me siento cercano a los numerosos ancianos que viven en estos Institutos, y pienso con gratitud en quienes les visitan y se preocupan por ellos.

Las casas para ancianos deberían ser los «pulmones» de humanidad en un país, en un barrio, en una parroquia; deberían ser los «santuarios» de humanidad donde el viejo y el débil es cuidado y protegido como un hermano o hermana mayor. ¡Hace tanto bien ir a visitar a un anciano! Mirad a nuestros chicos: a veces les vemos desganados y tristes; van a visitar a un anciano, y ¡se vuelven alegres!”

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Hogar Juan XXIII. Colonia Caroya, Argentina

En el Hogar, se celebró la Navidad de una manera muy especial: los “nonos” encarnaron un pesebre viviente, para honrar al Niño que nos trajo la Salvación. Las Hermanas, con la ayuda de la psicomotricista, prepararon a los protagonistas, que vivieron este acontecimiento con entusiasmo y alegría. Enriqueta, a sus 93 años, experimentó el gozo de representar a la Virgen María. Ángeles y Reyes estuvieron presentes.

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Intentamos responder a las palabras del Papa Francisco:

“Pero no siempre el anciano, el abuelo, la abuela, tiene una familia que puede acogerlo. Y entonces bienvenidos los hogares para los ancianos… con tal de que sean verdaderos hogares. y ¡no prisiones! ¡Y que sean para los ancianos, y no para los intereses de otro! No deben de haber institutos donde los ancianos vivan olvidados, como escondidos, descuidados. Me siento cercano a los numerosos ancianos que viven en estos Institutos, y pienso con gratitud en quienes les visitan y se preocupan por ellos.

Las casas para ancianos deberían ser los «pulmones» de humanidad en un país, en un barrio, en una parroquia; deberían ser los «santuarios» de humanidad donde el viejo y el débil es cuidado y protegido como un hermano o hermana mayor. ¡Hace tanto bien ir a visitar a un anciano! Mirad a nuestros chicos: a veces les vemos desganados y tristes; van a visitar a un anciano, y ¡se vuelven alegres!”

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