Compartimos la homilía de Don Mario Granata, SDB
“Queridos hermanos:
Estamos aquí para vivir la solemnidad querida por Jesús, a través de María y transmitida por la Beata Pierina De Micheli en referencia a la contemplación del Divino Rostro de Jesús sufriente, bajado de la cruz, lleno de heridas, que son las ofensas y la maldad de los hombres.
“Quien me contempla, me consuela” y yo agrego: “y quien me consuela, se salva”.
¿Por qué? Porque cuanto más miras ese rostro, más te parece vivo, verdadero, eficaz en tu vida y en tu corazón, en tu alma y en tu espíritu, en tu carácter y en tu pensamiento… en toda tu persona. Es justamente este rostro que te convierte, y al mismo tiempo, cura y repara las injurias, calumnias, escupidas, corona de espinas, los flagelos que Jesús debió y quiso sufrir intensamente, sin ceder a la tentación lícita de utilizar su divinidad, aunque fuese solo para soportar…: ¡nada! ¡No la usó nunca!”