Piratini, Brasil
El pasado 4 de junio participamos, en la ciudad de Pelotas, de la Ordenación Episcopal de Monseñor Carlos Rômulo, a quien la Iglesia le ha confiado la Diócesis de Montenegro. Fue muy emocionante para todas nosotras, ya que él tiene una relación muy estrecha con nuestra familia religiosa.
Nació en el Hospital de Caridad de Piratini, después de la llegada de nuestras primeras Hermanas. Su familia vivía en el campo, y cuando cursaba séptimo grado, vino a estudiar en la ciudad, permaneciendo en la casa de su abuela. La invitación de una profesora a participar en un encuentro vocacional, hizo despertar en él el deseo de ser Sacerdote. En aquella época, las Hermanas animaban grupos de estudios bíblicos, y él las acompañaba.
Monseñor Carlos cuenta que fue un poco difícil presentar a sus papás la idea de ingresar al Seminario. Como era el hijo más grande de la familia, tenían la expectativa de que estudiara y obtuviera un título. Fue entonces cuando las Hermanas y el Sacerdote del lugar, empezaron a aproximarse a ellos y visitar su casa. Sus padres nunca dijeron nada en contra, pues pensaban que su hijo estaba perdiendo tiempo, que era cosa de joven y que luego esa idea pasaría… Después de conocer el Seminario y ver cómo era este camino, se convirtieron en los grandes defensores de su vocación. En este tiempo, las Hermanas se acercaron más a la familia, preparando a sus papás y a su abuela para recibir los Sacramentos.
Monseñor Carlos tiene un aprecio muy especial por la vida Religiosa. Siempre que va a Piratini, se interesa por la misión de la comunidad, por las celebraciones de nuestra Familia Religiosa y pregunta por las vocaciones. Estuvo presente en la Beatificación de la Madre Pierina. En fin, todas nosotras sentimos que es un Padre y hoy, un Obispo muy próximo. Cuando sabe que una Hermana está enferma llama preguntando cómo está y si puede, viene a visitarla.
Ahora al iniciar su nueva misión, ya nos invitó a acompañarlo a algunas Parroquias cuando administre la Confirmación. Nos dijo que “sólo con la presencia en estas celebraciones, se despertarán inquietudes vocacionales.”
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Piratini, Brasil
El pasado 4 de junio participamos, en la ciudad de Pelotas, de la Ordenación Episcopal de Monseñor Carlos Rômulo, a quien la Iglesia le ha confiado la Diócesis de Montenegro. Fue muy emocionante para todas nosotras, ya que él tiene una relación muy estrecha con nuestra familia religiosa.
Nació en el Hospital de Caridad de Piratini, después de la llegada de nuestras primeras Hermanas. Su familia vivía en el campo, y cuando cursaba séptimo grado, vino a estudiar en la ciudad, permaneciendo en la casa de su abuela. La invitación de una profesora a participar en un encuentro vocacional, hizo despertar en él el deseo de ser Sacerdote. En aquella época, las Hermanas animaban grupos de estudios bíblicos, y él las acompañaba.
Monseñor Carlos cuenta que fue un poco difícil presentar a sus papás la idea de ingresar al Seminario. Como era el hijo más grande de la familia, tenían la expectativa de que estudiara y obtuviera un título. Fue entonces cuando las Hermanas y el Sacerdote del lugar, empezaron a aproximarse a ellos y visitar su casa. Sus padres nunca dijeron nada en contra, pues pensaban que su hijo estaba perdiendo tiempo, que era cosa de joven y que luego esa idea pasaría… Después de conocer el Seminario y ver cómo era este camino, se convirtieron en los grandes defensores de su vocación. En este tiempo, las Hermanas se acercaron más a la familia, preparando a sus papás y a su abuela para recibir los Sacramentos.
Monseñor Carlos tiene un aprecio muy especial por la vida Religiosa. Siempre que va a Piratini, se interesa por la misión de la comunidad, por las celebraciones de nuestra Familia Religiosa y pregunta por las vocaciones. Estuvo presente en la Beatificación de la Madre Pierina. En fin, todas nosotras sentimos que es un Padre y hoy, un Obispo muy próximo. Cuando sabe que una Hermana está enferma llama preguntando cómo está y si puede, viene a visitarla.
Ahora al iniciar su nueva misión, ya nos invitó a acompañarlo a algunas Parroquias cuando administre la Confirmación. Nos dijo que “sólo con la presencia en estas celebraciones, se despertarán inquietudes vocacionales.”
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Piratini, Brasil
El pasado 4 de junio participamos, en la ciudad de Pelotas, de la Ordenación Episcopal de Monseñor Carlos Rômulo, a quien la Iglesia le ha confiado la Diócesis de Montenegro. Fue muy emocionante para todas nosotras, ya que él tiene una relación muy estrecha con nuestra familia religiosa.
Nació en el Hospital de Caridad de Piratini, después de la llegada de nuestras primeras Hermanas. Su familia vivía en el campo, y cuando cursaba séptimo grado, vino a estudiar en la ciudad, permaneciendo en la casa de su abuela. La invitación de una profesora a participar en un encuentro vocacional, hizo despertar en él el deseo de ser Sacerdote. En aquella época, las Hermanas animaban grupos de estudios bíblicos, y él las acompañaba.
Monseñor Carlos cuenta que fue un poco difícil presentar a sus papás la idea de ingresar al Seminario. Como era el hijo más grande de la familia, tenían la expectativa de que estudiara y obtuviera un título. Fue entonces cuando las Hermanas y el Sacerdote del lugar, empezaron a aproximarse a ellos y visitar su casa. Sus padres nunca dijeron nada en contra, pues pensaban que su hijo estaba perdiendo tiempo, que era cosa de joven y que luego esa idea pasaría… Después de conocer el Seminario y ver cómo era este camino, se convirtieron en los grandes defensores de su vocación. En este tiempo, las Hermanas se acercaron más a la familia, preparando a sus papás y a su abuela para recibir los Sacramentos.
Monseñor Carlos tiene un aprecio muy especial por la vida Religiosa. Siempre que va a Piratini, se interesa por la misión de la comunidad, por las celebraciones de nuestra Familia Religiosa y pregunta por las vocaciones. Estuvo presente en la Beatificación de la Madre Pierina. En fin, todas nosotras sentimos que es un Padre y hoy, un Obispo muy próximo. Cuando sabe que una Hermana está enferma llama preguntando cómo está y si puede, viene a visitarla.
Ahora al iniciar su nueva misión, ya nos invitó a acompañarlo a algunas Parroquias cuando administre la Confirmación. Nos dijo que “sólo con la presencia en estas celebraciones, se despertarán inquietudes vocacionales.”
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Piratini, Brasil
El pasado 4 de junio participamos, en la ciudad de Pelotas, de la Ordenación Episcopal de Monseñor Carlos Rômulo, a quien la Iglesia le ha confiado la Diócesis de Montenegro. Fue muy emocionante para todas nosotras, ya que él tiene una relación muy estrecha con nuestra familia religiosa.
Nació en el Hospital de Caridad de Piratini, después de la llegada de nuestras primeras Hermanas. Su familia vivía en el campo, y cuando cursaba séptimo grado, vino a estudiar en la ciudad, permaneciendo en la casa de su abuela. La invitación de una profesora a participar en un encuentro vocacional, hizo despertar en él el deseo de ser Sacerdote. En aquella época, las Hermanas animaban grupos de estudios bíblicos, y él las acompañaba.
Monseñor Carlos cuenta que fue un poco difícil presentar a sus papás la idea de ingresar al Seminario. Como era el hijo más grande de la familia, tenían la expectativa de que estudiara y obtuviera un título. Fue entonces cuando las Hermanas y el Sacerdote del lugar, empezaron a aproximarse a ellos y visitar su casa. Sus padres nunca dijeron nada en contra, pues pensaban que su hijo estaba perdiendo tiempo, que era cosa de joven y que luego esa idea pasaría… Después de conocer el Seminario y ver cómo era este camino, se convirtieron en los grandes defensores de su vocación. En este tiempo, las Hermanas se acercaron más a la familia, preparando a sus papás y a su abuela para recibir los Sacramentos.
Monseñor Carlos tiene un aprecio muy especial por la vida Religiosa. Siempre que va a Piratini, se interesa por la misión de la comunidad, por las celebraciones de nuestra Familia Religiosa y pregunta por las vocaciones. Estuvo presente en la Beatificación de la Madre Pierina. En fin, todas nosotras sentimos que es un Padre y hoy, un Obispo muy próximo. Cuando sabe que una Hermana está enferma llama preguntando cómo está y si puede, viene a visitarla.
Ahora al iniciar su nueva misión, ya nos invitó a acompañarlo a algunas Parroquias cuando administre la Confirmación. Nos dijo que “sólo con la presencia en estas celebraciones, se despertarán inquietudes vocacionales.”
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Piratini, Brasil
El pasado 4 de junio participamos, en la ciudad de Pelotas, de la Ordenación Episcopal de Monseñor Carlos Rômulo, a quien la Iglesia le ha confiado la Diócesis de Montenegro. Fue muy emocionante para todas nosotras, ya que él tiene una relación muy estrecha con nuestra familia religiosa.
Nació en el Hospital de Caridad de Piratini, después de la llegada de nuestras primeras Hermanas. Su familia vivía en el campo, y cuando cursaba séptimo grado, vino a estudiar en la ciudad, permaneciendo en la casa de su abuela. La invitación de una profesora a participar en un encuentro vocacional, hizo despertar en él el deseo de ser Sacerdote. En aquella época, las Hermanas animaban grupos de estudios bíblicos, y él las acompañaba.
Monseñor Carlos cuenta que fue un poco difícil presentar a sus papás la idea de ingresar al Seminario. Como era el hijo más grande de la familia, tenían la expectativa de que estudiara y obtuviera un título. Fue entonces cuando las Hermanas y el Sacerdote del lugar, empezaron a aproximarse a ellos y visitar su casa. Sus padres nunca dijeron nada en contra, pues pensaban que su hijo estaba perdiendo tiempo, que era cosa de joven y que luego esa idea pasaría… Después de conocer el Seminario y ver cómo era este camino, se convirtieron en los grandes defensores de su vocación. En este tiempo, las Hermanas se acercaron más a la familia, preparando a sus papás y a su abuela para recibir los Sacramentos.
Monseñor Carlos tiene un aprecio muy especial por la vida Religiosa. Siempre que va a Piratini, se interesa por la misión de la comunidad, por las celebraciones de nuestra Familia Religiosa y pregunta por las vocaciones. Estuvo presente en la Beatificación de la Madre Pierina. En fin, todas nosotras sentimos que es un Padre y hoy, un Obispo muy próximo. Cuando sabe que una Hermana está enferma llama preguntando cómo está y si puede, viene a visitarla.
Ahora al iniciar su nueva misión, ya nos invitó a acompañarlo a algunas Parroquias cuando administre la Confirmación. Nos dijo que “sólo con la presencia en estas celebraciones, se despertarán inquietudes vocacionales.”
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