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Comunidad Santa María de Guadalupe. Zinapécuaro, México

Hemos compartido uno días muy lindos junto a la Madre General, Hna. Mabel, y a la Hna. María del Carmen, que visitaron nuestra comunidad en el mes de febrero. En la Parroquia de la Santa Cruz, tuvo lugar la misa de bienvenida, también ofrecida por la Hna. Nayeli, quien se incorporó a la comunidad de Zinapécuaro. Significó además la despedida de la Hna. Leticia, quien se integró a la comunidad de la Casa General.

Compartimos algunos párrafos de las palabras que un joven de la Parroquia nos dirigió en la Misa:

“Nos alegramos de que nos honren con su presencia: la Madre General de la Congregación y la Vicaria.
A Dios agradecemos que han sido inspiradas por el ESPÍRITU SANTO, para que su congregación esté con nosotros compartiendo la “BUENA NUEVA”.
Ya son varios los años de su servicio y de su entrega y esperamos que sean muchos más…Dios las siga bendiciendo… y sigan siendo ejemplo, a imitación de la Virgen Inmaculada. También nos llena de alegría recibir a la Hna. Nayeli: esta parroquia le da la bienvenida con los brazos abiertos, esperando que esta nueva experiencia la siga llenando del Amor de CRISTO-JESÚS.
En este anuncio y en este momento hay entre nosotros sentimientos encontrados, porque al igual que nos alegramos… nos entristece saber que la Madre Leticia se va de nuestra parroquia. Sin duda extrañaremos su presencia, su entrega, su servicio. Esta parroquia le tiene un amor especial…porque de sus entrañas ha salido para irse a formar como consagrada. Su entrega queda plasmada en nuestros corazones. Muchas gracias.  Dios la Bendiga.”

Hemos tenido la gracia de visitar la casa de Nuestra Madre de Guadalupe, Patrona de América. Nos unimos al fervor de este pueblo que peregrina constantemente al Santuario y lleva a los pies de la Virgen toda su vida. A pesar de ser un día de semana, estaba lleno de gente. Participamos en la Misa de 13 hs., animada por un coro de “mariachis”. Al final, hasta cantaron a María las “mañanitas”.

Pasamos por delante del cuadro de la Virgen (estampada milagrosamente en la tilma de San Juan Diego) una, dos, diez veces… Pedimos por todos, por la fidelidad de cada una de las Hermanas, por las vocaciones.

Luego vivimos la hermosa experiencia de subir al Cerro del Tepeyac, el lugar de las apariciones. Todo en un radiante día de sol.

Ella nos repite a todas: “No se turbe tu corazón, no temas… ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu madre?… ¿No estás por ventura en mi regazo?…”


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