Istituto Immacolata Concezione. Milán, Italia

 

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El martes 11 de abril, en nuestra escuela de Milán, celebramos la Misa de Pascua.

Siempre es un evento muy sentido, incluso por los padres, algunos de los cuales estuvieron presentes junto a los niños y a los educadores. Es un momento muy esperado por los alumnos, ya que está ligado a la iniciativa de solidaridad “Merendero”, propuesta que tiene una larga tradición y que he “heredado” con el inicio de mi encargo de Coordinadora.

El proyecto consiste en una lotería asociada a algunos premios, entre ellos 3 huevos gigantes de chocolate decorados ingeniosamente, muy codiciados por los niños y que estimulan el deseo de todos, ya que son expuestos en la escuela durante el período de venta de los billetes. El objetivo es el de recoger fondos que puedan después ser enviados a la comunidad de Monte Grande, en la provincia de Buenos Aires – Argentina, como contribución a su labor de ayuda y cercanía a los pobres.
Los niños viven con mucho entusiasmo este evento; observan a algunas mamás prodigarse en la venta de los billetes, otras que los compran, otras disponibles para preparar muchos pequeños premios “consuelo” para aquellos que no ganan nada. En síntesis, un bello momento de fiesta, anhelado, que alcanza su cumbre al finalizar la celebración de la Misa, cuando se precede a la extracción del billete y a la proclamación del vencedor.

Ya el año pasado (para mí la primera experiencia de esta iniciativa) me había dado cuenta de que los niños vivían con gran entusiasmo la idea de la lotería y, sobre todo, la posibilidad de resultar ganadores; sin embargo, veía que no había suficiente conciencia del significado ligado a este momento de fiesta, del sentido profundo que debe acompañar la compra de los billetes de la lotería (acción que, de hecho, es realizada por los padres y no directamente por el niño). Así, he querido conducir personalmente el momento de la extracción de los billetes explicando bien (¡porque me había documentado, gracias a los informes de nuestras Hermanas!) la realidad de Monte Grande, la misión de ayuda a los pobres que realizan las religiosas y sus Colaboradores, en síntesis, el verdadero significado de nuestro proyecto “Merendero”: ser solidarios con otros niños necesitados de nuestra ayuda; ser conscientes de la abundancia en la cual vivimos y estar agradecidos.

Este año quisimos enfatizar aún más el sentido del proyecto y subrayar la importancia del compartir con los otros. Así como el dinero recogido con la lotería garantiza una ayuda material que es donada y compartida con quien tiene necesidad por las Hermanas de Monte Grande, así también nosotros propusimos a los niños ganadores de los tres huevos gigantes el compartirlos con sus otros compañeros.
Después de la Misa, en el gimnasio, en presencia de todos los alumnos (sección Primavera, Escuela de la Infancia, Escuela Primaria) y de algunos padres, sacamos los billetes de la lotería y distribuimos los pequeños premios; al llegar a los tres primeros premios: los huevos gigantes de chocolate, nos alegramos junto a los vencedores que tuvieron el honor de partir los huevos de chocolate ante sus compañeros. Los huevos fueron divididos en pequeños trozos, acomodados sobre una bandeja y distribuidos a todos los niños presentes. El momento estuvo un poco caótico, como pueden imaginarse, pero verdaderamente festivo.

Creo que se puede aún mejorar para el próximo año, con una reflexión más profunda sobre el proyecto, sobre el tema de la solidaridad y del compartir, que surja de un trabajo específico en las aulas previo al evento, y que tenga su cumbre con la celebración de la Misa, en la cual puedan rezar y ofrecer sus dones pensando en la bella realidad de Monte Grande.

Este es para mí un objetivo que se irá alcanzando a través de los años: educar a los niños (¡y a sus padres!) para dar más importancia al gesto de solidaridad que no a la mera posesión de un premio, totalmente personal. Lo vamos intentando, poco a poco, partiendo de los mismos niños y de simples acciones concretas y cotidianas.

Al compartir con ustedes esta experiencia de nuestra escuela, aprovecho la oportunidad para expresar mis deseos de una feliz Pascua y pido una oración: ese hilo sutil pero fuerte que, aunque estemos lejos, nos vuelve cercanos y nos sostiene recíprocamente para realizar nuestra misión educativa con los
niños y sus familias.

Un cariñoso saludo

Cristina Racchi
Coordinadora de la Escuela de Milán
“Immacolata Concezione”

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