Merendero Villa Inmaculada. Monte Grande, Argentina

Ante la realidad del aislamiento, que golpea con más fuerza a los pobres, nuestras Hermanas de Villa Inmaculada no dudaron en salir al encuentro de esta realidad, preparando ellas mismas la comida para más de 300 familias del barrio, que solían asistir al merendero y que en esta cuarentena, se ven privados de acceder a una alimentación digna diaria. Junto con el párroco, se organizaron para atender tres veces por semana a la gente necesitada que se acerca.

Gracias a la colaboración de muchas personas anónimas de nuestros colegios de Buenos Aires, se hizo realidad la compra de insumos y maquinarias para hacer frente a esta enorme tarea.

 

Instituto La Inmaculada. Rosario, Argentina

“Cada vez que lo hicieron con el más pequeño
 de mis hermanos, lo hicieron conmigo”
                                                     (Mt 25, 40)

Durante la cuarentena, el Grupo Misionero “San Francisco Javier” integrado por madres de alumnos y docentes, han llevado a cabo obras en favor de nuestros hermanos más humildes, ayudando en Cáritas de distintas Parroquias y colaborando en la adquisición de donaciones para que asistir a tantos que lo necesitan en este momento.

Animados por el amor a Jesús y descubriéndolo en los pequeños de su Reino, entregaron su tiempo y sus dones al servicio, como decía la Madre Eufrasia: “Todo por amor a Jesús”.

 

Comunidad Sagrado Corazón. Córdoba, Argentina

La parroquia  Sagrada Familia, a cargo de los Jesuitas, abrió sus puertas durante la cuarentena en el mes de abril, para administrar un comedor para la gente de la calle( o para quienes se les hace difícil obtener hoy un plato de comida) en la cual se les brinda almuerzo y cena todos los días de lunes a lunes. Se sumaron a colaborar en la preparación de la cena los días domingos, la Hna María luz y la Hna. Clara.
La experiencia de colaborar junto a otros miembros de la Parroquia en la preparación de la comida, picando cebollas, tomates…, ha sido muy positiva y enriquecedora, al sentirnos que somos una sola Iglesia, procurando brindar este servicio a los preferidos de Jesús, los más pobres.
Mientras ofrecemos el servicio de cocinar, los jóvenes de distintos grupos se encargan de entregar la comida en viandas o de llenar los recipientes que la gente trae. Aproximadamente son unas 180 personas. Rogamos a Dios que pronto puedan solucionarse los problemas de pobreza y de enfermedad en nuestra Patria y en toda la humanidad.
Que la Inmaculada nos ayude a ser fieles a Jesús y a salir presurosas al encuentro del hermano.


 

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